sábado, 1 de agosto de 2015

Café para escribir.

O cualquier cosa que te sirva para evocar poderosamente un estado de ánimo propicio para que la mano se conecte con la pluma y el papel, para mí es el café.

Como poderoso evocador de recuerdos y sensaciones que es el olfato, el café conecta en mí una sensación imposible de describir que me lleva al pasado, a un tiempo sin  memoria verbal pero lleno de sensaciones que me permite aflojar la pluma de manera casi espontánea. 

Confieso que, aunque seguramente con el aroma sería suficiente en determinado momento, pasé del gusto por el aroma al indiscutible gusto al paladar, así que ahora no me basta con poner la cafetera y disfrutar de las partículas que inundan el ambiente mientras el agua circula entre el café molido, ahora disfruto igual o más ese sabor amargo en la boca y me ayuda a aumentar mi conexión.

Poderoso es el olfato para crear sensaciones y recordar sentimientos, el café me lleva a ese estado en el que me es sencillo escribir, casi necesario, como si percibir el aroma urgiera a la pluma a ponerse en contacto con el papel, como si los caminos de las neuronas se unieran en mágico encuentro.

No se cuál sea tu veneno, tu aroma, tu detonante pero asegúrate que sea tan poderoso como el café para mí.

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