domingo, 27 de septiembre de 2015

TRAMPOLÍN O COLCHÓN

En días pasados me tocó escuchar la explicación resumida en una situación de la vida diaria de lo que la psicoterápia debería ser: "Cuando yo era chiquita un día me caí en una alberca y no me podía levantar, casi me ahogo, entonces me empezó a dar mucho miedo el agua, después un día mi papá me metió a una alberca cargada y no me dejó salir de ahí hasta que dejé de llorar y me dí cuenta que no me iba a pasar nada, le arañé toda la espalda y lo golpee pero no me dejó irme hasta que me calmé y empecé a disfrutar el agua otra vez. Ahora me encanta nadar y estar en la alberca".

Cierto, los acontecimientos del pasado pueden dejar una profunda huella que condicione nuestra conducta en el presente, pero una vez que somos conscientes del origen debemos decidir si usamos nuestro conocimiento, nuestra nueva autoconsciencia, como trampolín o como colchón.
Si la pequeña del relato anterior hubiera elegido usar su experiencia traumática como colchón la historia terminaría diferente, algo más o menos como: "desde entonces le tengo miedo al agua y por eso nunca me meto a la alberca".

Claro que ella tuvo un poco de ayuda, alguien que le ayudó a entender, no solo el origen de su miedo, si no también le ayudó a enfrentarlo para usarlo como trampolín ahora poder decir: "ahora me encanta nadar y estar en la alberca".

Muchos abandonan la terapia cuando encuentran una escusa que les permite seguir viviendo de la misma forma pero culpando al pasado, cuando pueden acomodarse en el colchón de la autocompasión dirigiendo la culpa hacia alguien o algo en su pasado y renunciando a su responsabilidad en el presenta. Aquí no termina un proceso terapéutico.

La terapia debería servir de trampolín, igual que cualquier proceso de autoconocimiento, debería de ayudar a vivir el presente con la seguridad de que es la persona la que toma las decisiones conscientes, libre de los condicionamientos de su pasado, libre de patrones aprendidos y res puestas ligadas a traumas. Libre y responsable, aunque es más sencillo para muchos vivir repartiendo culpas, en el colchón de la autocompasión, aunque nunca en su vida puedan volver a "disfrutar del agua", la culpa será siempre de "aquella vez cuando eran pequeños que casi se ahogan".

sábado, 26 de septiembre de 2015

EL TEMA SENSIBLE

Estas tranquilamente compartiendo el café y la tarde en una excelente reunión con amigas de toda la vida y de repente, no sabes porque a ciencia cierta, te llegan las ganas de pararte de la mesa y alejarte con el pretexto de ir al baño, o te pierdes en tu mente alejándote de la conversación y no vuelves hasta que alguien llama tu atención de forma intencionada y no te das cuenta de la razón por la que emprendiste la huida mental.

Seguramente apareció en la conversación tu tema sensible, el tema sensible es ese tema que para los demás es cotidiano e inofensivo pero que para ti, por tu historia personal, provoca una serie de sentimientos que consideras mejor evitar a toda costa, especialmente si te encuentras en la tarde de café, en un lugar público, sería muy poco conveniente enfrentar la oleada de sentimientos así que la reacción más efectiva en el momento es emprender la huida, física o psicológicamente.

El tema sensible puede ser cualquier cosa, desde la imagen corporal, la relación de pareja, la educación de los hijos, las finanzas personales... cualquier cosa puede desatar en determinado momento ese botón personal que no es conveniente presionar el día de hoy. 

Puede ser circunstancial, hoy sucedió algo y no quiero acercarme al tema porque hoy no lo puedo manejar, o puede ser recurrente y viejo, tengo años con el nudo atorado y cada vez que sale el tema en la conversación me convierto en mago y desaparezco o me escondo en el rincón más feliz de mi mente. 

El tema sensible es un buen tema para escribir, será mucho más sencillo manejar las emociones si te ayudas de la pluma y el papel (o la computadora). 

Si te das cuenta de tu huida te propongo el ejercicio de ponerlo en papel, tal vez no sea sencillo de ubicar exactamente de que se trataba la conversación, la mene es tan maravillosa que tratará de defenderse a toda costa, así que probablemente tu proceso de negación te haga difícil identificar exactamente de que te estas escondiendo. 

Realiza un ejercicio mental de recuerdo en sentido inverso, inicia del momento en el que te diste cuenta de la huida y ve hacia atrás en la conversación hasta ubicar el tema del que te escondes y ponte a escribir, las emociones fluirán con mayor facilidad en el papel y podrás darte cuenta de aquello que tienes que trabajar para dejar de esconderte en tu mente o correr al baño.