sábado, 27 de junio de 2015

ESCRIBIR PARA SANAR EL ALMA.

Convencida y ferviente servidora de la escritura, me encanta compartir con las personas su maravilloso poder curativo.
Cual merolico en transporte público, no me canso de repetir la misma tonadita, escribe y te sentirás mejor, no hay mejor confidente que una hoja de papel (en éstos tiempos virtual), la luna es buena compañera pero si se acompaña de palabras escritas su poder se potencializa, el insomnio, el mal de amores, el rencor y la soledad, se curan escribiendo.
O, al menos, se hacen más llevaderos. Escribir cambia la experiencia, si parto del hecho de que lo que me lastima es el recuerdo y no lo que realmente sucedió, el recuerdo es subjetivo, guardado en mi cerebro y sujeto a modificación, no como trampa o autoengaño, sino como reconstrucción de mi pasado y, principalmente de mi presente por uno más integrado y sano, pleno y completo que me lleve a vivir mejor.
Escribo y reconstruyo mi persona, me doy un nuevo rol en mi vida, me perdono y perdono a mis monstruos del pasado para vivir sin ataduras, escribo y suelto, escribo y descubro un mejor yo, en el presente.
¿Cómo escribo? realmente no importa, en un diario, cartas de perdón, cuentos simbólicos, toda una novela.. lo esencial es escribir para sanar.

El mejor lugar para escribir.

Sentada en la sala de mi casa disfrutando la tarde y pensando en cuál es el mejor lugar para escribir.
Tengo a mi esposo enfrente con su guitarra y un cigarro (por más que le diga que debe dejar de fumar confieso que su hábito es mi hábito y que, si algún día lo deja, lo extrañaré a morir), la combinación de colores me encanta desde que hace unos meses decidimos pintar y renovar el espacio, estoy sentada en una mecedora que compré en un bazar, yo tomo vodka y él tequila, la luz inunda la habitación, es un poco irreal ya que el vidrio estas esmerilado, pero me encanta.
Un video con una canción de los 70's y él tocando la guitarra en fingerstyle. Me pierdo en mi teclado, con un ojo al gato y otro al garabato, y puedo dejar que mis dedos fluyan y puedo escribir sin restricciones. Hoy, para mí, éste resulta el mejor lugar para escribir.
No creo que exista un mejor lugar, existe el lugar en el momento.
Si buscas escribir sobre el pasado, la infancia, algún asunto inconcluso, tal vez necesites buscar un lugar que sea un detonador o un lugar que te tranquilice, que te ayude a expresar tus emociones y poder manejarlas.
Si buscas proyecta, imaginar, crear, buscarás un lugar que te ayude para tu objetivo y ese lugar, en mi experiencia, es sumamente personal. Para algunos será algo solitario, para otros un café lleno de gente, o algo intermedio. Las nubes, las montañas, el mar, cualquier cosa que en tu simbolismo personal te ayude a enfocar el futuro.
Lo mismo pasa si quiero trabajar con algún asunto que necesito solucionar en el presente, mi simbolismo no será lo mismo que el tuyo, así que el lugar que más me ayude para ésto tampoco será el mismo que el tuyo.
El mejor lugar para escribir es circunstancias, individual, subjetivo y, en muchos casos: secreto, seguramente no querrás compartirlo con nadie, es como si buscaras un rincón de tu alma en el paisaje urbano o sus alrededores, quieres guardarlo para ti, cualquier extraño podría profanarlo.